El documental El Agujerito, estrenado el jueves 12 de diciembre, revive la historia de una de las disquerías más emblemáticas de Buenos Aires, que se convirtió en un faro cultural durante una de las etapas más agitadas de la ciudad. Dirigido por Ana Hayzus y Leandro Eljall Qüesta, el filme de poco más de una hora narra la relevancia de este espacio no solo como punto de venta de discos, sino como un símbolo de la contracultura porteña de los años 60 y 70.
El Agujerito abrió sus puertas en la Galería del Este, un lugar considerado por muchos como una embajada informal de la contracultura, un centro de encuentro de artistas, intelectuales y jóvenes rebeldes. En un contexto histórico marcado por luchas sociales, el auge del movimiento hippie, el Mayo francés y un contexto global de revoluciones políticas y sociales, la disquería se transformó en un punto neurálgico para aquellos que querían acceder a las últimas novedades de la música mundial.
En aquellos años, Buenos Aires vivió un proceso de efervescencia cultural con el Instituto Di Tella como protagonista. La ciudad se postulaba como una capital de la vanguardia, y El Agujerito fue testigo de esos cambios, llevando hasta la ciudad vinilos que traían desde Nueva York, un lugar que también vivía un momento de gran efervescencia artística y política. El rock argentino empezaba a germinar, con bandas como Los Gatos, Manal, Almendra y Pappo’s Blues marcando la pauta en la escena musical nacional.
El documental se nutre de los testimonios de músicos, artistas y personajes históricos que formaron parte de este ciclo. Entre ellos, León Gieco recuerda sus primeros pasos en la ciudad: “Fue una época fundacional de mi vida porteña, un despertar glorioso”. Además, los hermanos Gabriel y Roli Epstein, fundadores del lugar, ofrecen su perspectiva sobre cómo el Agujerito se consolidó como una especie de segunda casa para muchos, un lugar pequeño pero lleno de vida y creatividad.
En el documental también participan otros artistas y colaboradores, como los músicos Andrés Calamaro, Nito Mestre, Rubén de León y Juanse, además del escritor Rodrigo Fresán, quien en su novela El estilo de los elementos hace referencia a la disquería como un símbolo de su época. Estos testimonios se complementan con las reflexiones de académicos que contextualizan la importancia de este espacio dentro de la historia cultural porteña.
Aunque El Agujerito fue una disquería, su influencia trascendió los límites de la música, convirtiéndose en un refugio para aquellos que buscaban una alternativa a la cultura dominante de la época. Sin embargo, su historia se vio truncada con el golpe de Estado de 1966, que trajo consigo una feroz represión a la cultura y la intelectualidad. La disquería se desmoronó en paralelo a la violencia política, pero su legado como símbolo de una época irrepetible perdura.
Este documental, que se proyecta en el Cine Gaumont hasta el 18 de diciembre, ofrece un vistazo a una Buenos Aires vibrante, que a pesar de los oscuros momentos políticos, seguía luchando por mantenerse a la vanguardia culturalmente. El Agujerito no solo recupera la memoria de un espacio físico, sino también el espíritu de una época que ya no existe.
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